Tengo que agradecer muchísimo a todas las profesoras que me dedicaron su tiempo y atención para transmitirme sus conocimientos, y sin las que hoy no podría escribir nada de esto.
A Katy Molero, mi primera profesora, que me enseñó mi primer “vuelta y cruz” y me hizo una “adicta” al bolillo.
A Pilar Montanos, una de las mejores y más completas maestras y encajeras de este país, que me abrió los ojos al mundo del encaje de bolillos en toda su amplitud.
A Nati González, por la paciencia y el cariño con los que transmite el amor a la blonda de Almagro.
A Nuria Marot, que me hizo especial dedicándome todo su saber y experiencia en Ret-fi.
A Martina Wolter-Kampmann, una de las encajeras más perfectas y perfeccionistas del mundo, y tan cercana siempre.
A Lenka Suchanek, que cuando se cruzó el mundo desde su Canadá, hizo una parada en España para enseñarnos que “con alambres tampoco es tan difícil hacer encaje”.
A Bistra Pisancheva que es toda espontaneidad, con una visión encajera original y llena de imaginación y color.
A Elena Gorbunova, una persona tan afable que nos dio todas las facilidades para comprender y realizar su técnica.
A Hele Schultz y Dorthe Stephansen, dos profesionales perfectamente complementadas en la transmisión de su técnica, Tönder, y que me descubrieron otra dimensión del encaje, “la reconstrucción”.
Me quedan muchas cosas que hacer y muchas más por aprender. Siempre hay que tener nuevos PROYECTOS, los míos son:
Continuar compartiendo con mis alumnas la aventura y la ilusión de iniciar un nuevo encaje, una nueva pieza, una nueva técnica...El RETO PERSONAL DE CRECER EN NUESTRO HACER.
Buscar tiempo para estudiar una nueva técnica, el Encaje de Chantilly, para completar mi especialización en encajes de tul.
Y participar en todos los eventos que visibilicen el encaje de bolillos, la labor de la encajera; mantener vivo, en desarrollo, en evolución un arte que no podemos perder.